jueves, 26 de julio de 2012

"La inquietud en el barro"


"Inquietud, habiendo llegado a un lugar de barros arcillosos, decidió moldear una figura a imagen de los dioses. Terminada su obra y no sabiendo qué hacer con ella, convoca a Zeus para que le inspire. Zeus infunde un alma al muñeco y crea al ser humano. Pero enseguida surge el problema. Inquietud quiere dar nombre a su obra, pues ha sido ella quien la ha modelado. Zeus también, pues es quien le ha dado la vida. Y la propia Tierra, que entonces aparece, reclama ese mismo derecho, puesto que, al fin y al cabo, ha proporcionado la materia de que la imagen se hizo. Al final, se recurre a Plutón para que resuelva el conflicto y éste dicta el laudo por el que el destino del hombre queda sellado para siempre. Zeus, que creó el espíritu, podrá recuperarlo tras la muerte del muñeco, de igual modo que Tierra, que ofreció el barro con que se hizo la figura, recibirá su cuerpo. A Inquietud le queda la propiedad de la vida de la imagen: ese trayecto limitado y fugaz en que el hombre ha de habitar su tiempo".


En La inquietud en el barro de Quintín Racionero (fábula de Higinio, Heidegger la tomó de Goethe y la incluyó a Ser y Tiempo).

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